Los días posteriores a la inauguración, la apertura de las puertas de la fábrica, al atardecer, permitió un encuentro con el público más pausado y personal.
Cada día venían de quince a veinte personas, tanto ya conocidas, que volvían para ver más detenidamente las piezas, como gente completamente desconocida y vecinos del barrio que se mostraban encantados por la existencia de un espacio así, cerca de su casa. Algunos llegaban a repetir la visita en días consecutivos, con acompañantes diferentes, con los que querían compartir el descubrimiento.
foto C.Giampaolo |
foto C.Giampaolo |
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La clausura de la exposición fue un placer para todos, al reunirnos la mayoría de los artistas y el público ya convertido en amigo de lafábrica, en un ambiente distendido que se prolongó en conversaciones hasta la medianoche.
Entre todos hicimos un buen trabajo